Totes les víctimes del feixisme, tots els lluitadors antifeixistes represaliats pel franquisme, són les nostres víctimes. Nosaltres mateixos som víctimes de la dictadura perquè el dolor i la necessitat de justícia ha passat de generació a generació superant el silenci i la por. La Transició, per la que encara transitem, va oblidar els nostres familiars i amics, i a molts de nosaltres que vam lluitar contra la dictadura. Va oblidar la legalitat democràtica republicana i van adoptar com seva aquesta monarquia constitucional hereva del règim. Es van oblidar dels drets humans i sota una fictícia reconciliació, on els vençuts tornaven a perdre i els colpistes no havien de passar comptes pels seus crims, tot caminava cap l’oblit d’una gent lluitadora, que va patir totes les formes d’injustícia i terror imaginables. El genocidi no reconegut dels nostres antifeixistes ens porta a lluitar amb tota la nostra empenta pels seus drets.
Cada mes estem a la plaça de Sant Jaume demanant: Veritat, Justícia i Reparació. I també l’anul·lació dels judicis del franquisme. Judicis il·legals, de tribunals il·legals, d’un estat il·legal, que va gosar representar farses de judicis fent seure a la banqueta dels acusats els innocents, defensors de la legalitat democràtica, opositors legitimats a la dictadura.
Totes les víctimes són nostres, però al nostre cor portem unes molt especials, es tracta dels nostres familiars, dels nostres companys i companyes. Aquestes víctimes són les protagonistes d'aquest bloc que és una part de la nostra història personal. Dels fets, que podem llegir en aquest petit homenatge, han passat, en alguns casos, 7 dècades i encara hem de continuar exigint justícia pels vius i pels morts.
Nosaltres, les víctimes, ens preguntem fins a quan continuarà la impunitat del franquisme. Fins a quan?

FINS A QUAN?

domingo, 5 de septiembre de 2010

JERÓNIMO RIERA ÁLVAREZ


Mi nombre es Jerónimo Riera Álvarez, nací en La Felguera, Asturias. Pertenezco a la CNT-FAI, soy electricista y desde el día 11 de mayo de 1938 en que fui asesinado tengo 42 años. Intenté huir a Francia por mar cuando Asturias ya estaba perdida. Todo fue en vano. Fui capturado y conducido al campo de concentración de Camposancos, en Pontevedra, donde fui identificado y trasladado a Oviedo, sometido a un consejo de guerra de un estado fascista e ilegal que me condenó a muerte. Siempre fui un luchador. No pudieron doblegarme. Mis hijos fueron educados en el exilio en mis ideas. Mi familia pide justicia para mí, yo la pido para mis compañeros. Nadie ha pagado por los crímenes del franquismo, sus mentiras fascistas siguen en pie en sus consejos de guerra y ya han pasado siete décadas ¿Hasta cuándo?
























Milagros Riera, nuera de Jerónimo

Jerónimo Riera fue un luchador de la CNT-FAI y muy buen amigo de Durruti. Por defender sus ideales pasaba su vida entrando y saliendo de la cárcel. Forzado a refugiarse en Francia tras la Revolución de Asturias, Jerónimo y después su familia pudieron comprobar el buen trato que sus compañeros de Limoges le dispensaron, en una tierra donde este gran revolucionario contemplaba con agrado la libertad e independencia de la mujer con respecto a la situación de España.


Carta de Jerónimo Riera, obrero de La Felguera, publicada en "El Noroeste".

Aunque la carta del compañero Segundo Blanco dice lo suficiente para apreciar el trato que el capitán Doval daba a los presos que tenían la desgracia de caer en sus manos, un deber de conciencia nos obliga a exponer lo sucedido a los que nombraremos en este escrito.

Como el citado capitán sorprendió a todo el mundo con una carta suya publicada en los periódicos y en la que quiere aparecer como persona de sentimientos nobles, callar nosotros sería dar la razón a quien hizo del sufrimiento de los demás una norma.

Hemos de hacer constar que a nosotros no se nos presentó el capitán Doval en los hechos que relataremos, sino el teniente Rubio, que operaba a sus órdenes.

En Mayo de 1928 fuimos detenidos a altas horas de la noche los compañeros José Antuña, José Pueyo, Pedro Martín, Francisco Díaz y yo. No comprendimos, por el momento, el objeto de estas detenciones. Por esa fecha no había conflictos que justificasen una represión gubernativa. Esposados fuertemente, fuimos sacados del cuartel de la Guardia Civil de La Felguera y trasladados a Gijón en automóvil. Nos bajaron en el cuartel de Los Campos; se nos metió en una habitación y se nos colocó mirando para la pared, sin poder hablar ni mirar para atrás; y en esta posición se nos tuvo hasta el siguiente día, que se nos despachó en el tren para Madrid.

En el cuartel de Gijón fue amenazado el compañero Francisco Díaz por el teniente Rubio, por haber contestado aquél a un insulto de éste.

Cuando bajamos del tren en Madrid, se nos metió en una camioneta cerrada sin permitirnos hablar. Como no se nos dejaba mirar hacia fuera, no sabíamos a dónde nos conducían. Más tarde pudimos enterarnos que se nos llevó a un cuartel de la Guardia Civil en la Ciudad Lineal. Aquí, nos metieron en un patio, y como en Gijón, nos colocaron mirando para la pared, con guardias de vista, que tenían orden de no dejarnos sentar ni hablar.

El teniente Rubio ordeno que fuésemos llevados uno a uno a la cuadra de los caballos. Allí pretendieron arrancarnos declaraciones por los procedimientos que les son peculiares. A cada palabra un insulto o una grosería. No pudiendo sacarnos nada, nos dejaron vigilados por los guardias de aquel puesto.

Se dio la orden de que no se nos diese de comer. ¿Qué declaración pretendían arrancarnos? ¿Qué nos hiciésemos responsables de un atentado que se trataba, según ellos, de cometer en la Exposición de Barcelona? Por lo visto, se nos tomaba en rehenes para que no sucediese nada en Barcelona a Primo de Rivera.

A las 36 horas se nos dejó en libertad, recogiéndonos el dinero que llevábamos, no dejándonos sino el importe de los billetes de regreso. Ni siquiera nos dejaron lo necesario para alimentarnos. El teniente Rubio nos apretó en persona las esposas, de tal manera, que si tardan en quitárnoslas dos horas más, el compañero Pedro Martín hubiera salido de allí para el hospital. Los tormentos le hicieron desfallecer.

En los sótanos del mismo cuartel había dos compañeros que fueron peor tratados que nosotros.

Firmado.- Jerónimo Riera.

Carta de Jerónimo Riera Álvarez desde la prisión de Oviedo, días antes del ser fusilado.

Para mi querida compañera Patrocinio Vuelta y para mis queridos hijos Abelardo Riera y Sara Riera.

Querida compañera y queridos hijos, en mis últimos días os escribo estas líneas de recuerdo para vosotros.

Me encuentro en la cárcel de Oviedo condenado a pena de muerte y esperando ser fusilado. En estas horas tan amargas para todos pienso en vosotros por ser los seres mas queridos a quienes dedico mis recuerdos a través de la distancia qué nos separa, he sido detenido en alta mar marchando en un barco pretendíamos llegar a Francia, para juntarme con vosotros, la fatalidad ha querido que mis ilusiones quedaran rotas y que las tragedia se cebara en nosotros y solo deseo que vosotros os queráis mucho y que en la vida seáis ejemplo de honradez y virtud.

Tenéis que afrontar las consecuencias de mi ausencia, pensando que venimos a la vida a cumplir una función y que yo ya la he cumplido.

Abelardo, tendrás que cubrir mi ausencia trabajando para tu madre y tu hermana, siendo un hijo como lo fue tu padre, trabajador y luchador por el bien de la humanidad. A ti Patro te recomiendo cuides bien de nuestros hijos procurando educarlos conforme a mis ideas anarquistas, a tu Sarina también te digo que seas buena con tu madre y tú hermano. No quiero que guardéis ningún luto por mi y no os preocupéis donde reposen mis huesos.

En el tiempo que estuve preso estuve bien atendido por mis hermanos, no faltándome nada.

De todos me despido diciendo que me matan por mis ideas, pero las ideas no mueren, siguiendo la marcha progresiva a través de los tiempos.

Para ti Patro, para ti Abelardo y para ti Sarina son mis últimos besos y mis últimos recuerdos.

Solo deseo que seáis muy felices y tu Patro no dudes en juntarte a un hombre que pueda hacerte feliz y olvidar tanto como has sufrido.

Recibir muchos besos de este que mucho os ha querido.

Jerónimo Riera Álvarez abril 1938

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